
Introducción al cuento
La historia de El patito feo, escrita por el famoso autor Hans Christian Andersen, cuenta la historia de un pequeño patito que es ridiculizado y marginado por su apariencia diferente al de sus hermanos de la misma especie. Sin embargo, a medida que crece, el patito descubre su verdadera identidad y su belleza interior.
Cuento de El patito feo
Érase una vez una pata que esperaba con ilusión la llegada de sus hijos. Había puesto varios huevos en su nido y los cuidaba con mucho amor. Un día, empezaron a romperse las cáscaras y salieron unos preciosos patitos amarillos que piaban de alegría.
“¡Qué bonitos son! -exclamó la pata orgullosa-. Pero falta uno por salir. Es el más grande de todos.”
Efectivamente, el último huevo tardó más en abrirse y cuando lo hizo apareció un patito muy diferente a los demás. Era grande, gris y feo.
“¿Qué le pasa a este? -preguntó la pata sorprendida-. No se parece en nada a sus hermanos.”
Los otros animales del estanque se acercaron a ver a los recién nacidos y se burlaron del patito diferente.
“¡Qué feo es! -dijeron-. No puede ser hijo tuyo. Debe ser un error de la naturaleza.”
La pata se sintió avergonzada y trató de defender a su hijo.
“No es feo, solo es distinto -dijo-. Seguro que crecerá y se pondrá más guapo.”
Pero el patito feo no creció más guapo, sino más grande y torpe. Todos se reían de él y le hacían la vida imposible. Sus hermanos no querían jugar con él y le decían que era una vergüenza para la familia.»
El patito feo se sentía muy solo y triste. Nadie lo quería ni lo aceptaba. Un día decidió escapar de su casa y buscar un lugar donde fuera feliz. Se marchó del estanque y se adentró en el bosque.

Allí encontró a una pareja de gansos que lo acogieron con amabilidad.
“¿Qué haces por aquí tan solo?” -le preguntaron-.
“He huido de mi casa porque todos me rechazan por ser feo” -respondió el patito-.
“No te preocupes, nosotros te queremos como eres -dijeron los gansos-. Ven con nosotros y te enseñaremos el mundo.”
El patito feo se alegró de haber encontrado unos amigos y se fue con ellos. Pero pronto descubrió que la vida no era fácil fuera del estanque. Había muchos peligros y enemigos que los acechaban.
Un día, unos cazadores dispararon contra los gansos y mataron a uno de ellos. El patito feo logró escapar por poco y se escondió entre unos juncos.
“¡Qué horror! -pensó-. ¿Por qué hay tanta maldad en el mundo?”
Siguió caminando sin rumbo hasta que llegó a una granja. Allí vio a una gallina, un gato y una vieja mujer que le ofrecieron refugio.
“¿Qué haces por aquí tan solo?” -le preguntaron-.
“He huido de mi casa porque todos me rechazan por ser feo” -respondió el patito-.
“No te preocupes, nosotros te queremos como eres” -dijeron la gallina y el gato-. “Ven con nosotros y te enseñaremos a vivir en la granja.»
El patito feo se sintió agradecido y se quedó en la granja. Pero pronto se dio cuenta de que tampoco encajaba allí. La gallina le decía que tenía que poner huevos como ella y el gato le decía que tenía que cazar ratones como él.
“¿Para qué sirves si no haces nada útil?” -le reprochaban-.
“Yo solo quiero nadar y volar” -decía el patito-.
“¡Qué tonterías! -se burlaban-. Eso no sirve para nada.”
La vieja mujer tampoco lo quería y lo echaba a patadas cuando lo veía.
“¡Fuera de aquí, animal feo y sucio! -gritaba-. No me sirves para nada.”
El patito feo se sentía muy infeliz y decidió marcharse de la granja. Se fue al río y siguió su curso hasta llegar a un lago donde vio a unos hermosos pájaros blancos con largos cuellos y elegantes plumas.
“¡Qué bellos son! -pensó-. Me gustaría ser como ellos.”
Se acercó a ellos con timidez y les dijo:
“Hola, ¿puedo estar con vosotros?”
Los pájaros lo miraron con sorpresa y le dijeron:
“¿No sabes quiénes somos? Somos cisnes, los más bellos de todos los pájaros.”
El patito feo se sintió avergonzado y bajó la cabeza. Pensó que lo iban a rechazar como todos los demás. Pero cuando miró su reflejo en el agua se quedó asombrado. Él no era un patito feo, sino un apuesto y joven cisne.
Los cisnes lo acogieron con cariño y le dijeron:
“Tú eres uno de los nuestros. Eres un cisne como nosotros.”
El patito feo se sintió feliz y aliviado. Por fin había encontrado su verdadera familia y su lugar en el mundo.
“Gracias por aceptarme -dijo-. Ahora sé que no era feo, sino diferente.”
Y levantó la cabeza con orgullo y alegría.
Los demás animales que lo habían maltratado se quedaron boquiabiertos al verlo tan hermoso y radiante.
“¿Es posible que ese sea el patito feo? -se preguntaban-. ¡Qué equivocados estábamos!”
El patito feo, ahora convertido en cisne, les perdonó y les dijo:
“No importa lo que me hicisteis. Lo importante es lo que soy ahora.”
Y se fue con sus nuevos amigos a volar por el cielo azul, feliz y contento.

¿Qué nos enseña el cuento de El patito feo?
El cuento del Patito Feo nos enseña importantes lecciones sobre la aceptación de uno mismo, la tolerancia y la importancia de no juzgar a alguien por su apariencia física.
El error de juzgar a los demás por su apariencia
A través de la historia del pequeño patito, que es ridiculizado y marginado por ser diferente a sus hermanos de la misma especie, aprendemos la importancia de valorar a las personas por su carácter y sus habilidades, en lugar de juzgarlas por su apariencia. La historia también nos enseña sobre la autoaceptación y la importancia de amarnos a nosotros mismos, incluso cuando nos sentimos diferentes o fuera de lugar. En resumen, El Patito Feo es un cuento que nos invita a reflexionar sobre la belleza interior y la importancia de ser tolerantes y respetuosos con los demás.